historia 1

0001) PARTE DE UNA NOCHE EN EL QUILOTOA

En una noche despejada y con la Luna reflejada sobre el agua del gran cráter del Quillotoa, nos encontrábamos sentados con mi hermano escuchando el sonido armónico del viento contra algunos árboles, las pequeñas olas chocar con la orilla, el rechinar del pequeño muelle sobre la cual nos encontrábamos sentados…  de repente nos llegó a nuestra apreciación de estos sonidos las melodiosas vibraciones de una guitarra entonada (qué luego nos enteramos de que sólo contaba con cinco cuerdas, porque se había arrancado una) y de un clarinete. Fue entonces cuando nos decidimos levantarnos e ir hacia la dirección de aquella expresión armónica, simplemente fuimos guiados por nuestros oídos, que conectaba con nosotros por la apreciación y deleite de la Belleza. Entonces caminando, y la Luna que nos seguía, llegamos a apreciar a tres personas, sentadas sobre la tierra de granito, qué eran los creadores de la fuente de aquella composición, qué al llegar hacia ellos y al culminar la melodía automáticamente aplaudimos, y acto seguido preguntamos que, si podíamos sentarnos junto a ellos, a lo que nos respondieron, casi al unísono:
                —¡Por supuesto, claro qué sí!!!
Y como dice Saint Exuperi en su libro el principito “cuando el misterio es demasiado grande es imposible desobedecer”, Así nos sentamos y pasamos a apreciar más de cerca las composiciones que, tras conversaciones, se desarrollaron. Claro, la voz que más retumbó, tal vez por su tono agudo, fue la de Katty; quién después nos enteramos que era autodominada como “Katty y los siete enanitos”, quien casi en cada dialogó expresaba una gran sonrisa que en algunas ocasiones iba a parar a el suelo entre pataletas… jajaja ¡qué buena expresividad!
Después de un rato se levantó Alan, quién iba a ascender la por la montaña acompañado de la Luna (aquella Luna qué en ocasiones se hacía la tímida), para encontrarse con el resto de sus amigos que le acompañarían aquella noche (quienes tenían la leña, alimentación y demás) … entonces dejó su guitarra con cinco cuerdas y expresó:
—¡Yo me sacrifico por ustedes! Con un tono entre “sarcasmo” y bondad.
Así se alejó caminando, hasta que se perdió entre los senderos de una parte de la cortina de montañas que rodeaba el cráter.
                De repente, expresó Darío:
—Qué les parece si ustedes entonan una de las que se sepan y les sigo con el clarinete
Mmm, expresé, mientras observaba a mi hermano Jean, quién comunicó lo que mis dedos también sentían, diciendo:
—Es qué me duelen los dedos del frio…
Bueno… aun así, agarré la guitarra, me quité los guantes y, después de hacer ciertos ruidos con las cuerdas, al parecer, logré entonar una a punta de cuatro acordes y ciertos rasgueos… y casi desde el inicio Darío me acompañó con la expresión melodiosa del clarinete y su genialidad de saber qué acordes utilizar.
Y así, algunas conversaciones interesantemente descoordinadas, con el hilo de la conversación, pero necesarias para sacarnos más de unas risas, tales como: “vi una luz en la montaña, hacia esa dirección” —Dario—; “mira qué hermoso los rayos de la Luna” (y en realidad era neblina) —Katty—, y de las explicaciones de los viajes con Ayaguasca de Álan…
Y así continuamos por un rato, intercambiamos diálogos, preguntas, respuestas y demás, qué al parecer se hacen cuando uno conoce a personas nuevas… y por supuesto la risa de Katty también nos acompañó a lo largo de todo aquello. Jajaja. El solo recordar aquella risa, me invita a sonreír… qué buena vibra que tenían cada uno de ellos.
Luego retornó Álan, quien llegó sin sus amigos, pero que él había confirmado que ya venían descendiendo por medio sendero. Se sentó y agarró su compañera que lucía sus cinco cuerdas.
Sentados allí los cinco, observamos que alguien (entre el cráter y nosotros) se acercaba hacia nosotros , quién era  “Luchito” (quién por primera vez nos incitó a que nos tuvieramos que presentarnos hacia él, cuatro veces, jajaja), tiró su equipaje al suelo, se dirigió hacia nosotros y comenzó a expresar lo que sentía, algo como:
—Ver..s, son unas ver..s; ese man está arrechisimo (refiriéndose a otro amigo que los acompañaría esta noche), qué como la ver.. está esperándolos, pero ustedes ni ver.. como para poder comunicarse, son una ver.. hijos de pu.., y así lo escuchamos un rato, mientras entre risas, Álan, Darío y Katty, emitían ciertas palabras para justificar el motivo desde su perspectiva y experiencia.
Luego nos despedimos con cada uno de ellos, y nos dirigimos hacia nuestra carpa, ya que partiríamos en la madrugada, para continuar con la ruta de viaje.
Y así se conoció a cuatro viajeros más en esta ruta de la Vida, en esta ocasión dentro del cráter del volcán Quilotoa, Un gran saludo donde estén y quizás hasta una próxima ocasión… éxitos a nosotros y sigamos haciendo nuestra historia.

Un gran abrazo y si no les gusta váyansen a la ver.. jajajaja

Saludos Katty, Álan, Dario y Jean!!!

Manuel.


Ascención del Quilotoa (Jean)
Casi en punto de retorno del Quilotoa (Manuel)


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